martes, 21 de octubre de 2014

Adiós nº 105, marzo - abril

(Hacer click para ver imagen completa)
 
¿LUCHAR POR LA VIDA O RENUNCIAR A ELLA?, INVIERNO DE CINE

El final del invierno sorprende con una cartelera con historias de personajes incomprendidos, desamparados, desahuciados y aislados por voluntad o a la fuerza, como son los que protagonizan las películas tan distintas que nos traen estos cinco estrenos; Dallas Bullers Club de Jean Marc Vallée (2013), Mejor otro día, Pascal Chaumell (2013), 3 Days for kill, MG (2013), Les salauds, (Claire Denis, 2013) y Miel de Valeria Golino (2013).

El emotivo viaje de Ron Woodruff o robarle tiempo al tiempo

La primera de las películas en la que nos detenemos, Dallas Bullers Club, ampara los soberbios trabajos de Matthew McCounaghey (Ron Woodruff) y Jared Leto (Rayon), ambos candidatos a los Oscars después de haber sido dirigidos por Jean Marc Vallée, realizador canadienses con reconocidos trabajos como C.R.A.Z.Y (2005) que le han granjeado un destacado lugar en la lista de los directores más apreciados por la crítica más estricta, si bien, todo apunta a que su cinta puede ser la gran perdedora en los Oscars por contar como rival con la favorita por profesionales y público, 12 años de esclavitud (McQueen, 2013).

Dallas Bullers Club muestra la experiencia vital de Ron Woodruff, vaquero heterosexual al que en 1986 le diagnostican VIH y le auguran un mes de vida. En su lucha contra el tiempo, no solo cambia su ética vital si no que despierta la conciencia social en favor de los enfermos del SIDA, consiguiendo abrirles una puerta a la esperanza. Vallée, que se ha esforzado en conseguir una película no encasillable ni en el género documental ni el biográfico, define a Woodruff como un “vaquero homófobo, racista, mentiroso, drogadicto, adicto al sexo y vicioso en todos los sentidos, un hombre tremendamente desamparado”.

El desamparo que ha inspirado al director canadiense para contarnos la lucha de este hombre por la vida, es el mismo que llevó a Woodruff a defender y apoyar con convicción a los homosexuales, colectivo al que aborrecía. Woodruff creó el “Club de los Compradores”, un particular club de enfermos sin recursos suficientes para acceder a los medicamentos que se comercializaban en aquel momento en USA, medicamentos escasos e ineficaces por sí mismos y en manos de la especulación de las farmacéuticas, del gobierno y de los propios facultativos. Las llevaderas cuotas del club permiten a sus integrantes contar con fármacos de contrabando. El descubrimiento de este tráfico ilegal que prolongó la vida del propio Woodruff seis años, despertó la conciencia social y ayudó a numerosas personas desahuciadas.

De fin de año a san Valentín, la muerte puede esperar

La comedia Mejor otro día de Pascal Chaumell, basada en el betseller de Nick Hornby, autor de la también exitosa novela “Alta Fidelidad” (1995), nos presenta a cuatro ensombrecidos y solitarios personajes que deciden poner fin a sus vidas el última día del año, tirándose al vacío desde el tejado de un edificio en Londres. Sin embargo, su coincidencia en el tejado les desbarata los planes.

La película cuenta con un plantel de actores de calidad, Pierce Brosnan que interpreta a Martin, presentador de televisión casi olvidado por el público; Toni Colette a Mauren, una madre soltera con un hijo discapacitado; Imogen Poots a Jess, una adolescente conflictiva y Aaron Paul a “JJ”, un músico obligado a trabajar como repartidor de pizzas para subsistir.

La necesidad de cada uno de ellos de lanzarse al vacío y acabar con la que creen la peor de las vidas vivibles se desvanece con el instinto humano de salvar la vida de otra persona. Así, en un intento de evitar el suicidio del desconocido o desconocida que tienen frente a sí, cada uno de ellos se olvida, por un momento, del por qué se encuentra allí.

Postergar el suicidio, que ya sería colectivo, hasta el día de san Valentín, les da margen para intentar solucionar los problemas del suicida potencial que tiene al lado cada uno de ellos. El cambio de circunstancias les obliga a salir del cautiverio de la autocompasión en la que se habían confinado voluntariamente. La aventura que emprenden y el compromiso que conlleva les permitirán resolver, a la par que los del resto del grupo, los problemas que les llevaron a coincidir en fin de año en aquel tejado.

De este modo, una historia que comienza presentándonos a cuatro personas que no encuentran un motivo por el que mantenerse aferradas a la vida, termina siendo un alegato a la amistad y al vivir, con diálogos sencillos, tintes de humor que iluminan el melodrama subyacente e interpretaciones creíbles y mucho más que correctas.

Matas o mueres

Así de tajante es el ultimátum de sus superiores que recibe Ethan Runner (Kevin Costner), un agente del servicio secreto norteamericano, afectado por una enfermedad terminal. A escasos meses del final de su vida, el agente Runner es seleccionado para una peligrosa misión encaminada a detener a uno de los terroristas más peligrosos del planeta. Prácticamente una acción suicida pero que implica la mayor recompensa a la que el agente podría aspirar, un medicamento experimental que podría devolverle la esperanza de vivir.

Matar para sobrevivir y poder tener una segunda oportunidad recuperando la relación perdida con su esposa y su hija adolescente, con quienes no convive desde años. La película, dirigida por MG, autor entre otras de Terminator Salvation (2009), no ha conseguido el beneplácito de la crítica, a pesar de Costner y de que la historia esté firmada por Luc Besson.

Familia, abandonos, abusos y violencia

Otra cinta mal recibida por la crítica es la de la cineasta francesa Claire Denis, Les salauds (los bastardos). Vincent Lindon (Marco Silvestri) y Chiara Mastroiani (Raphaelle) protagonizan este último trabajo de la directora gala en cuyas películas nunca hay lugar para la felicidad. Arranca la película con un fundido a negro y un suicidio, sin avisos, sin motivos y con la fuerte violencia que conlleva toda inmediatez inesperada, la muerte del cuñado del protagonista, Silvestri. Esta muerte, de la que su mujer acusa al despiadado empresario, Edouard Laporte, llevará a Silvestri a urdir una venganza por la que conocerá a la amante del empresario, la joven Raphaelle.

Apoyando las características elipsis en el cine de Denis, un entramado de violencia, corrupción y abuso de poder, tejen la trama argumental de esta oscura y dura historia. La vuelta de un marino, aislado voluntariamente de su familia, para vengar la muerte del cuñado, una muerte que si bien se irá explicando a lo largo de la historia y es la causa y detonante de cada uno de los movimientos de los protagonistas, nunca quedará del todo aclarada.

Muerte asistida

La conocida actriz italiana, Valeria Golino (Rain Man, Barry Levinson, 1988) firma Miel, considerada ya como una de las mejores películas italianas de los últimos años. Golino dirige un canto a la dignidad del ser humano, al derecho a decidir qué hacer con la propia vida, a la solidaridad. Una mujer de 32 años palia su soledad entregada en ayudar a quienes lo necesitan por problemas de salud física o psíquica, procurando que su sufrimiento no se prolongue, incluso cuando estas personas adoptan decisiones límites. Su capacidad de entrega y comprensión le llevan a trabajar ocultando su identidad tras el mote de “Miel”. Su encuentro con Grimaldi, interpretado por un excelente Carlo Cecchi (Belleza robada, Bertolucci, 1996), un anciano de 70 años, con una estupenda salud pero con un mal escondido, la llevará a replantearse su papel en este juego de ayudas e incluso su propia actitud vital.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario