lunes, 19 de marzo de 2012

ADIÓS - Febrero (2012)

El bello suicidio o la resistencia en un invierno de cine


La lucha a muerte por mantener una vida y los múltiples intentos por desprenderse de ella son los argumentos de dos de las películas que durante estos dos meses han llegado a la cartelera, Declaración de Guerra de Valérie Donzelli (2011) y Bellos suicidios de Rafael Gordón.

El director de cine y autor teatral, Rafael Gordón (Madrid, 1946) se apoya en el subgénero de “docu-ficción” para tratar el tema del suicidio. Después de dos décadas dedicadas a la escritura, dirección y producción de cortometrajes, Gordón rodaría su primer largo en 1978 Tiempos de constitución, a éste le siguieron La reina Isabel en persona (2000), Teresa, Teresa (2003) y La mirada de Ouka Leele (2009), nominada a los premios Goya como Mejor Documental.  En Bellos suicidios, Gordón emplea las técnicas del documental para el rodaje de un juego de secuencias que, pudiendo devenir en el texto fílmico de manera individual e intercambiable, encuentran su unidad en un instante repetitivo que utiliza toda su simbología para reafirmar la coherencia de esta historia coral, se trata de la imagen que sirve de cartel al filme, una suerte de laberinto de nichos que nos enmarca claramente en el argumento central, la muerte y la vida.

En España, a diario tienen lugar una media de 9 suicidios, eso supone la muerte de más de 3000 personas al año, lo que convierte al suicidio en la segunda causa de muerte entre personas de 16 a 25 años. Las protagonistas de Bellos suicidios son algo más mayores. Se trata de Ana, Virginia y Silvia, tres mujeres cuyos nombres reivindican los personajes y recrean las angustias y miedos de Karenina, Wolf y Plath. Este no es el único intertexto que se permite el director. La película plantea una estructura cíclica. Empieza, al igual que finaliza, en un cementerio, y si bien en el tratamiento del tema, Gordón, también guionista, no emplea paños calientes, es cierto que preludia con toda una declaración de intenciones a través de las palabras de John Cassavetes “puedes vencer el miedo con humor, con dolor, con honestidad, valor, intuición y con el amor en el sentido más sincero de la palabra”, para permitirse un guiño a la esperanza.

La película se desarrolla en un centro al que acuden a una terapeuta las tres protagonistas cerrándose así el cuarteto de mujeres que representan un personaje colectivo, la mujer, y al que dan vida las actrices Violeta Brazhnikova, María José Serrate, Arantxa Martínez y Teresa Soria Ruano. El espectador asiste a esta terapia y asiste al desnudo íntimo de cada una de esas mujeres, presas en unas vidas vacías que las han dejado, según palabras del director, “quebradas por dentro y perdidas en una existencia sin sentido”.

Las tres han vencido al suicidio pero no a la sociedad por las que se han visto abocadas a él y a la que se niegan a adaptarse. La cinta trata de la fragilidad del ser humano, del estrecho e ínfimo puente que uno los opuestos conceptos de felicidad y desdicha. Mientras la crítica tilda la cinta de Gordón de experimental y surrealista, él mismo asegura realizar “un cine humano, para humanos sensibles”.

La fuerza que las tres heroínas de Gordón invierten en desprenderse de sus vidas es la misma que lleva a Romeo y Julieta, protagonistas de Declaración de guerra a enfrentarse al destino viviéndolo, retándolo en batalla en lugar de escapar de él. La cinta francesa, la segunda que dirige, además de interpretar,  Valérie Donzelli (Épinal, 1973), inauguró la Semana de la Crítica de Cannes en 2011, ha estado a punto de representar a Francia en la carrera de los Oscars y triunfó en la 49 edición del Festival de Cine de Gijón, consiguiendo Ex Aequo el premio a la Mejor Película, junto con El estudiante de Santiago Mitre, además de los dos máximos premios a la interpretación tanto para Donzelli como para el actor Jéremié Elkain, coguionista de la cinta.

Declaración de guerra es una historia de amor al más puro estilo de la Nouvelle Vague, una historia de amor entre un hombre y una mujer, Romeo y Julieta, que se verá transformada en una historia de lucha cuando se enfrenten a su destino, la enfermedad terminal de su hijo de 18 meses, Adam.

La cinta es autobiográfica, tanto Donzelli como Elkain, pareja en la vida real, se enfrentaron hace unos años a la misma situación, lo cual convierte este trabajo en una suerte de catarsis o de exorcismo vital que, lejos de hacer de ella carne de cañón para un largometraje melodramático, permite a ambos autores realizar una película optimista y vital partiendo de un hecho trágico, el tumor cerebral que afecta al pequeño Adán.  La película, en la que se dan la mano el género musical y el fantástico, quiere asomarnos al momento vital en el que un mortal renuncia a serlo asumiendo un papel de héroe en pie de guerra por lo que habrá de pagar un alto precio.

Romeo y Julieta, se conocen en una fiesta y en ese primer encuentro ya se preguntan si sus nombres les obligarán a vivir un trágico final. Del amor despreocupado que muestran por las calles de París pasarán de golpe y sin respiro al mundo adulto y se sorprenderán a sí mismos y a sus progenitores por la fuerza, fe y valor con los que se enfrentan al destino. Desde el principio de la cinta, narrada con voz en off en Flash Back el espectador conoce el final y la directora consigue que, pese a saberlo, quede preso de la realidad de las escenas y que la historia se repita irresoluta con cada pase, un destino sin concluir.  Está rodada en escenarios reales, en varios hospitales públicos, alguno de ellos donde Donzelli y Elkaim vivieron su particular lucha por su hijo y cuenta con un elenco de actores secundarios que, en su mayoría, se interpretan a sí mismos, especialmente el cuerpo médico. A esto se suma el uso de  la luz natural y el sonido directo, elección de la directora “para no distraer al público de lo verdaderamente importante”.

… Y SE ALZA EL TELÓN
La adaptación teatral del best seller El tipo de la tumba de al lado de la escritora noruega, Catarina Mazetti, se ha estrenado el día de San Valentín en el Teatro  Goya de Barcelona, después de un año y medio de éxito en los escenarios franceses. La versión española se ha llevado a cabo bajo la dirección de José María Pou, quien a su  vez en director artístico del Teatro Goya. Pou ha contado con los actores Maribel Verdú y Antonio Molero para dar vida a Laura, una viuda e intelectual urbanita y a Pablo, un granjero bonachón y provinciano que se conocen en el cementerio mientras cada uno de ellos cuida de la tumba de sus seres queridos fallecidos recientemente. En el caso de Laura, su marido, y en el de Pablo, su madre. Tanto Laura como Pablo, pese a sus diferencias, se sienten rápidamente atraídos el uno por el otro e inician una relación más basada en la necesidad de ahuyentar soledades que en el amor.

Las diferencias culturales, sociales y económicas entre ambos generarán conflictos que terminarán por poner a prueba la capacidad de sacrificio de cada uno de los dos. El tipo de la tumba de al lado es una historia de amor y de segundas oportunidades, mejor o peor aprovechadas por los protagonistas. Dos vivos con el corazón y las ilusiones muertas que intentan escapar de la realidad, simbolizada en ese cementerio y en las tumbas que cuidan en él. Tanto Laura como Pablo quieren escapar de su propia muerte a la que han visto empezar en la muerte de las personas a las que querían y aceptaban como referentes.  Pou adapta la  obra, que transcurre en 22 escenarios diferentes, para que sus dos únicos protagonistas la recreen solo en un campo santo alejado de los tópicos góticos, hierba artificial y mucho sol para invitar a la pareja a no renunciar a la vida hallada entre la muerte.